jueves, 29 de octubre de 2009

Día XXIV

Escuchar, no oír.

Sumergidos como estamos en un mundo de alta velocidad, hemos olvidado escuchar, los sonidos pasan por nuestro lado y no tenemos tiempo de detenernos a escuchar. A penas a oír, en una suerte de posición defensiva por si somos víctimas de algún ataque. Recuerdo tiempos en que nos llamábamos por teléfono para sintonizar alguna radio en especial que tocaba una buena canción, entonces teníamos tiempo de escuchar durante 4 o 5 minutos con atención, haciendo desaparecer todo a nuestro alrededor.

Observar, no ver.

¿Donde quedó nuestra visión detallista? Cuando éramos capaces de darnos cuenta que te habías peinado de forma diferente hoy, que tu alma hablaba de mil maneras y yo sin poder observar aquella fiesta multicolor.

Y finalmente, sentir.

Sentir con el cuerpo y el alma. Volver a sentir tu presencia en mi espalda sin necesidad de que emitas una palabra, saber que el mundo esta lleno de sensaciones y aromas esperando a que abramos el alma. Entender que si visto de amarillo es por que estoy feliz y si me veo azul es por que mi alma está triste y necesita de ti. Sentir que eres la extensión de mi cuerpo y que yo soy la proyección de tu espíritu.

No hay comentarios:

Publicar un comentario