domingo, 13 de mayo de 2012

Oda a tu Fortaleza


Parado como estaba en aquel paradero de la J12 una imagen llamó mi atención y durante varios minutos dejé de prestar atención a la conversación que sostenía con mi amigo para sumergirme en la profundidad de mis pensamientos y en el asombro por la fuerza inagotable de la raza humana ante ciertas situaciones.

Es común ver en televisión y asombrarse con escenas de insectos levantando sesenta veces su propio peso, pero pocas veces reparamos en nuestras propias capacidades y hazañas rutinarias, a menos que se trate de una desgracia de proporciones. Lo de hoy es algo rutinario, algo que sucede todos los días y a muchas personas, algo que demuestra la fortaleza interior que todos llevamos dentro y que algunos utilizamos mas que otros. Lo de hoy comprueba por millonésima vez el grave error en el que estaba quien alguna vez osó inventar la frase: "el sexo débil".


Es curioso el paradero de la J12, inmerso en la ciudad y a varios kilómetros de casa, pero casi todas las caras que conforman la fila son familiares, algunas mas que otras, pero todas personas conocidas al fin. Yo conversaba tranquilamente con mi amigo cuando 2 personas mas atrás, ella se coloca en la fila. No sé como se llama, pero nos conocemos lo suficiente para intercambiar un saludo. En brazos llevaba a su hijo de unos 6 años, que se había quedado dormido, seguramente de tanto caminar, o quizás simplemente por los treinta y tantos grados de calor que nos llovían del cielo. ¿Cuanto puede pesar un niño de 6 años en estado inerte? ¿20 kilos? ¡20 Kilos al hombro! y ella inmutable de pie parada en la fila durante 15 minutos sin que se le note el mínimo gesto de dolor. Pensé durante esos 15 minutos como ayudarla, ¿le ayudo a cargar a su hijo?, lo mas seguro es que no lo permitiría, ni ella ni su hijo. Nada que hacer, por lo demás, parecía sufrir yo mas que ella. Pensemos mas allá, yo la vi 15 minutos, ¿cuanto tiempo mas llevaría su preciada carga al hombro? y ¿cuanto tiempo mas sería capaz de llevarla si se decidiera o tuviera que hacerlo? De seguro me asombraría con la respuesta. Pero, ¿sería yo capaz de hacer lo mismo? He estado en ocasiones algo similares y recuerdo el dolor que me producía la situación, no veía pasar los minutos para acortar los metros que me llevaran a casa a descansar, y finalmente la queja y la promesa de no hacerlo mas. Pero también recordé muchas conversaciones con mi esposa cuando estuvo en situaciones similares...

...así que decidí hacer un ejercicio: unir mentalmente todas las conversaciones de algún evento similar para crear una película y cual viaje astral, retroceder en el tiempo y el espacio para observar mi producción desde el palco:


"10 de la mañana: mi hija pequeña ("solo" 10 kilos) en un brazo, el coche en el otro y la sonrisa en el rostro. J12 camino al centro. Estación de Metro para hacer la conexión. Escaleras abajo, escaleras arriba. A armar el coche, colocar a la niña y empezar la búsqueda. Hasta aquí todo bien. Mediodía, el sol aumenta el castigo sobre nuestras cabezas, la búsqueda continúa, pero en el camino hay que beber y comer algo, que la niña no se aburra pues se complica la travesía y comunicarnos por teléfono para saber que todo va bien con el resto de la familia. 2 de la tarde y ya con nuestro objetivo cumplido, hay que volver a casa antes de que los niños salgan del Colegio, cansada por el trajín, pero con la meta cumplida se inicia el regreso a casa con mas carga para los hombros. Los mismos pasos, las mismas escaleras, pero mas gente, mas calor, mas cansancio. Llegamos por fin al paradero de la J12, pero la niña se ha quedado dormida en el metro, así que hay que tomarla en brazos, cargar con ella, con el coche, con las bolsas que compramos, subir las escaleras, caminar hasta la fila, y encontrarnos 2 personas mas adelante con esa persona, de quien no sabemos el nombre, pero nos conocemos lo suficiente para intercambiar un saludo."

Increíble, extraordinario, asombroso, notable.


 F E L I Z   D Í A   M A M Á

jueves, 22 de marzo de 2012

1er Camping Junior 2012

Pedro y Jose se conocen hace muchos años, a pesar de las diferencias, se podría decir que son grandes amigos, y como tales, discuten, juegan, comparten, se ríen, y a veces, por supuesto, pelean.

Este año Pedro se ha enterado que se está organizando uno de esos campamentos de verano, a el le entusiasma la idea, sueña con ser scout, y esta es una de esas oportunidades en las que puede probar la vida de un scout, y que mejor que ir con su mejor amigo, así que conversó con Jose y lo convenció de asistir juntos. Aquí comienza la gran aventura, algo que ninguno de los dos amigos soñaba con vivir está a punto de suceder.

"Aquél sábado desperté con la alarma de mi teléfono, cosa rara pues suelo ganarle siempre a mi despertador, pero la noche anterior (y creo que varias noches antes) no había podido dormir bien con el entusiasmo del campamento. Aún con sueño, fui a buscar a Jose rápidamente para no llegar tarde al Colegio, por suerte mamá tenía hechas las maletas, la carpa, el desayuno y hasta el olor del almuerzo de ese día se abría paso desde la cocina hasta mis sentidos. Creo que a Jose le paso lo mismo, pues aún dormía cuando llegué, pero no tardó en levantarse e ir por sus cosas que habían quedado preparadas la noche anterior.

En el Colegio poco a poco fueron llegando los vehículos con los campistas, el grupo se hacía cada vez mas bullicioso en esa fría mañana, como si los decibeles provenientes de nuestras cuerdas vocales fueran a elevar la temperatura del ambiente, aunque la verdad esa mezcla de nervios y expectativa que despedía cada campista eran suficientes para olvidarse del frío de la mañana. Llegó la hora de la partida, los besos y abrazos quedaron atrás junto a nuestras madres que nos despedían entusiasmadas, y un tanto temerosas también.

A las 10 de la mañana llegamos a nuestro Campamento Base, un letrero de madera no tratada que colgaba de lo alto del acceso de troncos, cual ingreso a Jurassic Park, nos daba la bienvenida con sus letras que dejaban ver la inscripción "DIAGUITAS" tallada en bajo relieve. Se abrieron las puertas de los vehículos y como si hubiéramos estado aprisionados durante horas sin poder movernos salimos todos disparados en todas las direcciones posibles, tanta era la emoción que hasta de desayunar nos olvidamos, y si no es por la insistente llamada de los mayores, pasamos esa etapa sin mayor miramiento. Pero sirvió juntar el rebaño bajo un mismo techo, pues no todos teníamos claro a que veníamos, o quizás la situación era mas confusa, y en realidad cada quien tenía su propia expectativa para este fin de semana. Lo cierto es que nos dejamos llevar, la gente que organizó este campamento sabe lo que hace, así que para que intentar inventar la rueda, es mejor pasarla bien y divertirse. Y de hecho fue así, no tardó en asomarse un gran toldo rojo al lado de un viejo árbol que mas que dar contraste al paisaje, marcaba nuestro punto de reunión, el centro de toda actividad. El primer llamado no se hizo esperar, todos acudimos como si tuvieramos experiencia en el tema y formamos un gran círculo sin darnos cuenta, al centro del cual, nuestro guía daba la bienvenida oficial y explicaba las reglas que nos iban a gobernar las próximas 30 horas, al término de lo cual la primera sorpresa aparece en escena: hay que dividirse en 2 grupos para las competencias. ¿Competencias?. Así es, durante los 2 días cada uno de nosotros pertenecerá a un equipo, amarillo o verde, y tendremos que esforzarnos individualmente y trabajar juntos para poder ganar puntos para nuestro equipo. Sin mas discusión, empieza el sorteo y nos entregan nuestra camiseta. Por suerte, Jose y yo quedamos en el mismo equipo (pensé), pero mas tarde me di cuenta de la ecuación matemática correcta: 18 amarillos +18 verdes = 36 amigos.

Aún disfrutábamos los regalos cuando nos anuncian el primer concurso: El Armado de Carpas: 3, 2, 1, AHORA! Una masa verde amarilla se desplazaba por el sector desarmando los bolsos, tirando las estacas a un lado, tratando de estirar las carpas y unir las varillas del armazón lo mas rápido posible.... ¡Dale dale, tu de allá, no espera, ya tengo una varilla lista, bueno bueno, pásala rápido por la ranura.... un momento, ya, ahora si, vamos mas rápido..... sostenla sostenla...... ahora si, vamos a la una a las dos, ahora..... ¡BIEN!.... ¡Faltan las estacas! ..... El suelo está muy duro..............Una piedra, una piedra......... Listo ¡terminé! ¿¿A quien ayudo????.... Aquí Aqui!!!! VAMOS AMARILLOS!!!! VAMOS VERDES!!!!! Quien falta??? Quien Falta????? YA!!! A CORRER, A CORRER!!!! Al toldo rojo!!!! UNO......DOS..........TRES.................... ¡ ¡ ¡ ¡ ¡V E R D E S    G A N A M O S ! ! ! ! !

Al final del juego, la camaradería se restablece y todos ayudando a todos a terminar de armar las carpas faltantes. El descanso después de la agitación obligaba a terminar con las labores.... colchones inflables, sacos de dormir, mochilas, todo en orden para la siguiente actividad.

Nuevamente el llamado a juntarse en el segundo círculo del campamento, dos verdes llegaron tarde ocasionando que descontaran 10 puntos a su equipo. De pronto uno de los guías se para al centro y empieza a hablar sobre el Bullying. Fue una sensación extraña, pues muchos no nos lo esperábamos, pero la charla fue entretenida y amena y la mayoría participó dando su opinión, comentario, contando alguna anécdota, etc... enseñamos y aprendimos... la lección mas importante.......: mientras Jose y yo seamos amigos y nos tengamos confianza, no hay cabida para el bullying.

Hora de correr: Un balón al aire y un grito que dice: "Estados Unidos" hace correr despavoridos a los 36 en todas direcciones. De pronto uno de nosotros se da cuenta que debe volver por el balón y el grito de STOOOOPPPP no se hace esperar. Una versión extraña de Las Naciones se daba lugar en Picarquín, en la que poco a poco la estrategia para eliminar al otro equipo empezaba a maquinar en nuestras cabezas.... el resultado final: 36 niños divirtiéndose a mas no poder, y los verdes nuevamente se llevan los puntos de la competencia. Con tanto correr, el hambre empieza a hacer de las suyas, así que nos preparamos para disfrutar del rico almuerzo que nuestras madres habían echado en las maletas. Una verdadera ensalada de alimentos sobre la mesa y la magia sigue haciendo de las suyas: de pronto todos los alimentos empiezan a mezclarse sobre las largas mesas como si de un banquete real se tratara y mágicamente todo era de todos. Las risas y las conversaciones solo eran calladas por el sonido del gas saliendo de alguna botella de bebida.

Satisfechos aún con el almuerzo, pero lejos de estar cansados, esperábamos con ansias la siguiente actividad,la que no tardó en llegar: Alcance las Estrellas anunciaba el Guía. Sobre un panel brotaron 73 estrellas de todos los colores y los equipos formados en fila india se turnaban por develar durante un minuto la mayor cantidad de incógnitas que se escondían detrás de aquel firmamento. ¿Como se llama el caballo del Llanero?..........¡SOLITARIO! ........ Nooooooooo!!!!!!!!........... ¿Donde queda la Torre de Pisa?........¡EN FRANCIA!.... ¿QUEEEEEEE?........... Preguntas iban y venían y los puntajes siempre parejos, pero alguién tenía que ganar, y en esta oportunidad los amarillos hicieron gala de su destreza para quedarse con los 100 puntos. La entretenida hora cultural había llegado a su fin y la tarde daba paso para uno de nuestros juegos favoritos: ¡Las Quemadas! Con mucha destreza uno a uno los participantes fueron siendo derribados, e iban cayendo al igual que la noche. Y junto con ella, se empiezan a encender las parrillas. Todos a la ducha y a prepararse para el frío de la noche. Uno a uno fuimos llegando nuevamente al comedor a disfrutar de un entretenido asado y una exquisita conversación.

Mientras algunos iban preparando los leños para la fogata de la noche, el resto se abrigaban para la Caminata Nocturna, con linternas en mano y mucha alegría recorrimos los distintos parajes del lugar durante una hora, tiempo suficiente para que los guías escondieran los huevos para la siguiente actividad: La Búsqueda del Tesoro Nocturna. Seis huevos escondidos en todo el campamento base por cada equipo contenían en su interior trozos de un mensaje que teníamos que descifrar. Linternas en mano, a la voz de 3 salimos todos corriendo por el lugar en la desesperada búsqueda. En la mitad de la noche de pronto se oía "Encontré uno" "¿Donde estas?" "Aqui aqui"............ "¿Cuantos tienen?"...... Uno a uno los huevos iban saliendo de su escondite a las manos de los campistas............ "LO TENGO LO TENGO..... EL ULTIMO" Todos corriendo a la mesa central a juntar los papeles para descifrar el mensaje, y.................. Los AMARILLOS ganan esta vez.

Con solo 20 puntos de diferencia, nos juntamos alrededor de la Fogata a disfrutar de los últimos minutos que nos regalaba la noche. Todos visiblemente cansados, solo reaccionábamos al calor del fuego cada vez que se movía de un lado al otro. Asamos unos cuantos malvaviscos al compás de una guitarra y unas tímidas voces que a penas se animaban a cantar."

Llegó la hora de dormir.

A la mañana siguiente, Pedro despertó antes que Jose. Cuando fue a verlo, estaba tan plácidamente dormido que no fue capaz de despertarlo, así que decidió salir en búsqueda de algo para tomar. Aún no había despertado nadie, pero no pasaron mas de 10 minutos cuando se empezaron a asomar algunos cuerpos entre los cierres de las carpas. La mañana estaba espléndida, iluminada, despejada, con un toque de aquel frío matinal queriendo meterse debajo de la piel, pero que el sol en la cara terminaba por ahuyentar. La leche, el pan, las bebidas y jugos, fueron desfilando de los coolers hacia la mesa y después hacia los comensales que entre bostezos y estiramientos llegaban dando los buenos días.

"¡JOSE! ¡Buenos días! Yo ya desayuné, ¿te sirves algo?.   El desayuno en el campo es de esas cosas que lo hacen entender a uno por que los campesinos no van a vivir a la ciudad. Con el solo ruido del viento en los árboles y el calor del sol anunciando la temperatura máxima del día, vamos desfilando de las carpas a las mesas, de las mesas a los baños, de los baños a las carpas, para finalmente volver a las mesas listos y equipados para la caminata matinal. Esta vez camino al cerro, a escalar. Como si el ejercicio del día anterior no contara, el entusiasmo nos hizo ponernos en pie nuevamente y empezó la marcha. Verdes y amarillos mezclados siguiendo una fila india como hormigas gigantes en busca de azúcar, uno tras otro íbamos marchando hasta los pies del cerro. Jose y yo íbamos juntos a la cabeza del pelotón, en cada descanso parábamos a esperar al resto del grupo, y así continuamos todo el camino hasta la cima, donde la imagen de una virgen nos esperaba con los brazos abiertos, como agradeciendo la visita. Luego de contemplar la vista y tomarnos muchas fotos, el camino cuesta abajo se hizo mas fácil, pero no menos alegre por cierto.

Al llegar al campamento nuestras carpas esperaban tristes por que se acercaba el final del día, aunque para ser sinceros, nunca nos dimos cuenta de aquello. La preparación del asado para el almuerzo no se hizo esperar, mientras nos preparábamos para la última competencia física del camping: La Captura de la Bandera. La magia hizo que nuestro campamento base se convirtiera de pronto en un campo de batalla de aquellos de la época medieval. Una bandera identificaba nuestro territorio y había que defenderla del enemigo, mientras nuestro grupo de avanzada preparaba la estrategia para el asalto al Reino enemigo. ¿Listos? 3............... 2................. 1..... ¡¡¡AHORAAAAAAA!!! Despavoridos y sin dirección ni orientación, corrimos todos de un lado al otro,en el primer asalto los amarillos hicieron gala de su velocidad y lograron capturar la bandera de los verdes y volver a casa antes que ellos, a costa de 2 bajas en sus filas. Punto para los verdes. Extenuados de tanto correr, nos dimos cuenta que ese no era el mejor camino. Empieza el segundo asalto y los verdes hacen gala de su superioridad numérica para hacerse de la bandera amarilla y lograr regresar a casa a salvo con tan solo una baja. Uno a Uno la cuenta y faltaban 2 asaltos mas para quedarse con los ansiados puntos. Pero el cansancio empezaba a pasarnos la cuenta, dando paso a la estrategia. Había que pensar y planear en conjunto la fórmula ideal. 5 minutos de descanso para que cada Reino se organice. El tercer asalto fue mucho mas estudiado, los ataques de lado a lado no eran suicidas sino mas bien muy bien planificados.... uno atacaba por la derecha y cuando le salían al alcance por la izquierda avanzaba otro guerrero, pero la defensa también se había organizado y aunque no se podía estar a menos de 2 metros de la bandera, era suficiente para custodiarla. Nadie lograba dar el golpe fatal, pero las bajas continuaban, y el camino se veía cada vez mas despejado, pero al mismo tiempo la energía era cada vez menor.... un ataque casi suicida de los amarillos deja libre su bandera y da como respuesta automática el contragolpe verde.... con todo al descubierto, el mas rápido iba a ganar, y esos fueron nuevamente los amarillos: 2 a 1. Diez minutos de descanso esta vez se hicieron necesarios, y el juez dictamina que se activa la ley de resurrección: cada equipo puede revivir a 2 de sus guerreros para la siguiente batalla. Con los nuevos aires salen nuevamente los guerreros a terreno a jugarse la vida. La experiencia los hacía verse mejor parados en el terreno, el trabajo en equipo impedía que el enemigo pudiese acercarse a la bandera propia. Algunos intentos verdes llegaron a tocar la bandera amarilla pero no lograron volver a casa con ella. Empiezan las bajas. Otro intento verde fallido. De pronto, casi en simultáneo se produce un ataque doble. Verdes corriendo hacia la bandera amarilla. Amarillos corriendo a la bandera verde. Estos últimos logran burlar la defensa contraria y toman la bandera. En el consciente colectivo de los verdes aún latía la pérdida del punto anterior, por lo que deciden abandonar el ataque para volver a la defensa de su bandera, pero en un movimiento sincronizado del guerrero amarillo casi a punto de ser capturado logra darle la bandera a un colega que completa la misión. ¡¡¡PUNTO PARA LOS AMARILLOS!!!

Extasiados, emocionados, con ganas de seguir jugando, felices, felices, felices.....

Así nos fuimos a refrescar y lavarnos para el almuerzo, el que disfrutamos aún entre comentarios de la última actividad realizada.

El día iba llegando a su fin y junto con el nuestro campamento, y nosotros seguíamos sin darnos cuenta de aquello. Después de desarmar las carpas y dejar ordenadas nuestras mochilas, nos juntamos para el último círculo: la hora final había llegado, cada uno de nosotros había escrito frases sobre el otro y ahora tocaba descubrirlas y leerlas para identificarnos los unos con los otros..... Cosas cómicas salieron, algunos secretos se supieron, anécdotas para la vida nos quedaron.

Un merecido relajo en la piscina antes de volver a casa nos dio a entender que el tiempo se había terminado, que las 30 horas habían llegado a su fin. Las imágenes empezaron a venir a mi cerebro a mil por hora, como si quisiera hacer un recuento de todo lo vivido para no dejar escapar ni un instante.... de pronto me pareció que habíamos estado juntos una semana y al mismo tiempo tenía la sensación de que habían sido solo un par de horas. Tenía ganas de preguntarle a Jose como lo había pasado, tenía ganas de decirle como lo había pasado yo, pero no encontraba las palabras para expresar todo lo que sentía....... piensa.......piensa...... De pronto, y ya de regreso en casa mi corazón decidió controlar mis emociones y expulsar las palabras que mi mente no era capaz de pronunciar.......... fui directo donde Jose y le dije: "Lo pase muy bien el fin de semana, fue increíble, tenía muchas ganas de compartir esto contigo y lo que recibí fue mucho mas de lo que esperaba", a lo que el respondió con la sonrisa en el alma: "Yo también lo pasé genial papá, te amo mucho"."



No hay cámara capaz de captar las caras de cansancio y satisfacción de todos los que asistimos, recibí comentarios en grupo y también individuales de padres eternamente agradecidos con la oportunidad, y ninguno es más ni es menos que la sensación que yo mismo viví con mi hijo y con sus amigos, hoy mis amigos también.

Esa noche de domingo habían 18 casas en las que se comentaba lo mismo y con el mismo entusiasmo, y la mañana del lunes despertamos adoloridos de felicidad aún incrédulos con la experiencia vivida. ¿y los ganadores? ¿verdes? ¿amarillos?, pues aunque suene a cliché, al final ganamos todos, quizás los padres mas que los hijos, aunque quizás nunca lo sabremos...

Será hasta el próximo año.