Antú
...y así las noches se me hicieron mas cortas, mas familiares.
Con el paso de los años nació nuestro segundo hijo, Antú. Lleno de energía y vitalidad, tan distinta mente parecido a Kuyén. Ella la paz y tranquilidad, el la algarabía y el júbilo, y ambos tan de piel, tan sensiblemente cercanos a papá y mamá, tan complementarios como el día y la noche, individualmente auténticos, únicos, propios, y en conjunto un ente distinto e independiente, un justo balance entre las personalidades de ambos para lograr la armonía, justo como el sol y la luna.
Antú me llenó de vitalidad y energía. Cuando mis fuerzas fallan en el fulgor de la batalla, pienso en él, y se me ilumina el aura, siento fluir una energía desde lo mas profundo de mi ser hasta cada extremidad y soy capaz de derrotar yo solo a todos mis enemigos. Algo tan simple y tan difícil de explicar, anhelo tanto llegar a casa, pues no importa cuan cansado esté ni a que hora llegue, el me recibe con la risa y alegría intactas, y no hay lugar para mi adolorido cansancio, simplemente soy capaz de empezar todo de nuevo una y otra vez.
Antú es como el despertar cada mañana, si está nublado y no logramos ver el sol, no nos sentimos completos, pero basta que sus primeros rayos toquen un punto de nuestra piel para llenarnos de una energía que se esparce a través de cada poro y hacia el interior, inundando de alegría nuestro corazón.
Siempre activo, siempre radiante, siempre listo para jugar, siempre Antú.
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